martes, 25 de diciembre de 2012

Búnker de soledad

Todo está como siempre, pero nunca es nada igual que antes. Cada recoveco, cada suspiro, esconde la esencia de lo que un día fue y no volverá a ser. Cada recoveco, cada suspiro, se tiñe de nuevos matices que configura un escenario todavía pendiente de conocer.

Este instante obliga a volverse a dejar seducir por aquello que nos ha hecho fuertes, a patear con esas mismas fuezas lo que nos retiene en un eterno standby, a abrazar con lujuria esos imprevistos que han pasado a fomar parte de unx... a reconciliarse con las transiciones de la vida.

Reencontrarse, recordar, retomar, recoger... reestructurar. Añadir peldaños a una escalera que no se sabe si es de subida o de bajada. Bajar y luego subir, subir para de nuevo volver a bajar. Despistar al personal con el cuento ese de que no se sabe si lxs gallegxs subimos o bajamos... ¡Pues quizás el cuento sea cierto!

Refugiarse en un búnker de soledad y echarle el freno a eso que llaman vida. Concederse el espacio para sepultar la luz, para enterrar el ruido. Olvidarse de que hubo un ayer y de que probablemente habrá un mañana. Perder de vista incluso un presente remolón y perezoso, que observa con apatía una montaña de cadenas cuya función se desdibuja por momentos.

Recuperar los sueños... permitirles crecer, mutar, degradarse en una amplia gama de colores. Seguirlos con la mirada, escuchar sus tímidos susurros, deleitarse con su dulce aroma y su tacto suave. ¿Dejarles marchar?

Cerrar los ojos y respirar... respirar el frío viento de otra navidad sin su aliento.

martes, 11 de septiembre de 2012

Viaje sin equipaje

Necesito un momento para reconciliarme con las teclas, fundirme en este instante, hacer oídos sordos a todo sonido que no sea el loco baile de mis dedos sobre ellas. Necesito embriagarme de soledad y olisquear la luna que, al igual que yo, se esconde dejando ver tan solo una pequeña parte de sí. Necesito quizás este momento para ordenar o desordenar, ¿qué sé yo?, quizás ni siquiera se trate de eso, sino simplemente de la perseverancia de un mono no atendido.

Se puede bucear en búsqueda de un "algo" que explique, que amaine, que mime. Y siempre hay "algo" que se deja encontrar, aunque no sea su intención ni explicar, ni amainar, ni mimar, sino simplemente ventilar, remover, salpicar. La noche me llama y salgo a caminarla, fijando contra el suelo un poquito de odio a cada paso, deshaciéndome de él o simplemente prestándole la atención que de mí reclama.


Y ahí está, sin yo advertir apenas su presencia: un muro de contención que me anquilosa y me impide probar el agua de este incierto mar que se extiende ante mí, y cuya temperatura es inquietantemente estimulante. Su sonido me atrae y atrapa, y sus olas me entretienen divertidas. ¿Y yo? En la orilla, observando, esperando a no sé muy bien el qué, dejando que la marea se lleve consigo la vida, mientras conmigo se queda la desidia.

Mientras el sueño va haciendo más patente el peso de mis párpados, y el sonido de las teclas continúa ejerciendo su narcótica función, los miedos y los deseos se estrechan la mano para echar un pulso cuyo vencedor es hoy desconocido. Viaje hacia dentro motivado por la ignorancia más absoluta de la identidad de la persona que lo experimenta, extraviada entre anáforas y epíforas que cansinas me obnubilan arrancándome del presente. Deshagamos la maleta, pues, que esta travesía requiere la ausencia de equipaje.

viernes, 27 de julio de 2012

¿Será la magia? La magia es

Los relojes mienten, definitivamente. De algún tipo de subterfugio se tienen que servir para que sus agujas avancen rabiosas mientras estoy contigo, y para que apenas se muevan en tu ausencia. Quizás sea obra de algún travieso duende que se esconde entre sus engranajes para con ellos rascarse la espalda. A lo mejor una ilusión óptica es la responsable de tan extraña percepción. También pudiera ser consecuencia de un salvaje desplazamiento del eje terrestre. Por poder... podrían ser muchos los motivos que de esta manera desconfiguran el tiempo, pero el más convincente de todos ellos, siempre será la magia.

Es la magia la que nos transporta a un oasis de sosiego en medio del brutal ritmo urbanita, y también quien nos dota de un nuevo código de comunicación que hace delicioso cada encuentro. Agita cariñosa las hojas de los árboles, dibuja mimosas nubes en el cielo y proyecta misteriosas sombras sobre nuestra piel invitándonos a huir del mundo.

 No cabe duda de que es ella la que nos atrapa y nos somete a su fluir, la que estornuda sobre nosotrxs contagiándonos su cálida dolencia, la que a través de un choque de nuestros cuerpos genera una tormenta eléctrica que entre truenos y relámpagos lapida nuestra voluntad de control... la que en un suspiro decide que te instales en mi interior.

lunes, 16 de julio de 2012

Danza del agua

No hay caminos en el horizonte, pero sí la certeza de que sigo existiendo, de que sigo necesitando caminar. Respiro y me entrego a la incertidumbre, me hundo en el miedo y me dejo acorazar por una indiferencia que en realidad no siento.

Pero a pesar de todo... me encanta que el sol me arañe la piel, que el agua me atrape en su suave movimiento, que el mundo se distorsione entre sus ondas. Y me encanta tu confusa presencia, tu mirada pícara y el remolino que se forma a tu alrededor cada vez que decides reducir la distancia entre tu cuerpo y el mío.

Huyo de mí huyendo de ti. Me escabullo entre alborotadas corrientes impidiendo que tus manos me aferren con fuerza contra tu pecho, pataleo histérica al no poder encontrarme con tus labios, grito desesperada por ser incapaz de obedecer a ese impulso que travieso me susurra lo que no quiero oír.

Y sí, podría diseñar con mis dedos un escenario distinto, podría ignorar la existencia de esas zarzas que se interponen entre tú y yo, podría customizar tu cuerpo con mi boca y podría también tatuar mi nombre en tu lasciva mirada. Podría... pero el tiempo se me escapa y tú con él. Las oportunidades de redescubrirnos se desvanecen en el calendario y los minutos sepultan tu voz bajo los escombros de una ilusión derruida.

Quizás en la próxima tirada, los dados nos regalen otro momento juntxs, y pueda entonces fulminar las excusas que encadenan mi cuerpo a la huída y el mutismo. Resignada de momento a tenerte solamente en mis recuerdos,  prometo danzarte al son de los tambores y sentirte en cada gota de agua.

domingo, 10 de junio de 2012

Pon la mano en el fuego

Juguemos a algo nuevo. Dinamitemos hándicaps. Moldeemos voluntades propias y ajenas. Transformemos los "quiero" en "¡debo!". De mi parte corre el inventar un rincón en el que el instinto se libere y facilite el encuentro de nuestro deseo, tejer la fantasía perfecta para que te pierdas en ella, construir un denso muro que nos aisle de la ambigua realidad y recrear un lecho silvestre en el que nuestros cuerpos tengan la oportunidad de dialogar.

Déjate caer, que yo seré tu almohada, y adéntrate sin miedo en mis labios. Tropieza en mi pecho y regálame tu aliento, dibujando en mi piel un travieso camino que desconozca sus lindes. Enciende con tu lengua la fogata de mi vientre, mientras yo de camino pruebo tu ombligo. Dedícame una sonrisa tuya, que te haré desconocer a la mujer que fui hace un segundo.

Obsérvame a través del fuego y atrévete a quemarte. Viaja por mis piernas y descansa allí donde se despierte tu sed. Déjame buscarte entre las llamas y descubrir tus brazos incandescentes. Perdámonos en la lumbre, que el día se ha olvidado de nosotrxs y la noche acudirá discreta en nuestra búsqueda. Déjala venir, que nos bañe la luna con sus mareas, que nos tiña de sal y nos devuelva la oportunidad de poder volver a encontrarnos.

sábado, 9 de junio de 2012

Torciendo la esquina de la soledad

Una canción infantil me roba la última sonrisa, me traslada al último rincón de felicidad que en esta expedición me quedaba por visitar. Camino un par de calles, tuerzo la esquina de la soledad y la penumbra se cierne sobre lo que hasta hacía un momento se extendía frente a mí. Desaparece el mundo, tan perfecto como lo había conocido. Se abre un precipicio en torno a mí y los fuertes vendavales que nacen a mi alrededor le toman un pulso a mi equilibrio para acabar una vez más conmigo. Me caigo...

La presión del viento en el descenso arremolina mi piel abriendo un surco hacia lo más profundo de mis entrañas. Me arranca el alma y me vacía de mi más pura esencia. Me quedo hueca, vacía, desprovista de todo despojo de vida. Y sigo cayendo...

Aterrizo en esa vieja tierra conocida donde todo carece de valor, donde cada paso implica hundirse un poco más en el oxidado fango de la desesperación. Desaparece la luz, desaparece el suave tacto de la brisa, desaparece el olor a primavera y desaparece el aliento que hasta ahora mantenía en funcionamiento mis pulmones. Apasionada la muerte me hace el amor, y convierte mi cuerpo en una cuna de gusanos.

No hay mañana después de hoy, no lo hay. No existe la sonrisa, desdentada se esconde tras algún mustio matorral. No hay botiquín, ni cirujía... ni conjuro, ni hechizo que insufle vida a mi corazón necrosado. Arrebujada en los brazos de la desidia pierdo de vista el paraíso y me someto al látigo de la esperanza, que me castiga obstinada antes de partir hacia tierras lejanas... allí donde el aire circule libre del vicio de tu ausencia.

sábado, 2 de junio de 2012

Marchando una de chipironxs!!

A lxs chipironxs!!!...

A la vida le encanta jugar a los dados, y esta vez nos ha tocado a nosotrxs ser sus agradecidas víctimas. En un caldero mágico se vertieron los ingredientes más diversos, más extraños, más poderosos... y el resultado fue un brebaje que no consigue apagar mi sed. Dulce y ácido, salado y amargo, desciende por mi garganta regalándome momentos de embriaguez extrema, agradable locura, encantadora ternura y pasión desmedida.

Pero todo conjuro tiene un efecto limitado en el tiempo, y el de éste comienza a desaparecer para dar lugar a una nueva forma de expresión, desconocida hasta el momento, pero atractiva de cualquiera de las maneras. Así, el brebaje comienza a mutar su sabor, a abandonar el cuerpo poco a poco, a volatilizarse a medida que atraviesa cada uno de los poros de la piel en su inexorable éxodo...

Hoy es la nostalgia el primer síntoma de la abstinencia, mañana ¿qué será? Cientos de fantasmas flotan por la habitación arrancándome sonrisas, mostrándome lecciones a lo largo de este pequeño periodo de tiempo aprendidas, acariciando mi cuerpo y meciéndome en un cálido abrazo que sin duda les devolveré. 

Quizás tú, o tú, o tú estés pasando por lo mismo, aunque no sé si tu pinta de brebaje contenía la misma proporción de ingredientes que la mía. La magia tiene infinitas formas de manifestarse, y desconozco si sobre ti ha surtido el mismo efecto que sobre mí. De una cosa no me cabe duda, y es de que "habelas, hailas", e hicieron un gran trabajo mezclándonos en el mismo caldero. Sin pensármelo dos veces me volvería a zambullir en él, esperando en su interior tropezarme de nuevo contigo.

¿Y a lo que viene ahora? ¡No le temas! Si te sientes tensx, ¡tengo el mejor de los remedios!: "cremita cocodrilo le voy a dar". Si es hambre lo que padeces, don´t worry porque "yooo teeengooo ¡un tallarín!", y también "tengo una sandía gorda, gorda, gorda" que en este tiempo de tanto calorcito apetece mogollón. Ante la tristeza, "baila el chipi-chipi, baila el chipi-chipi". ¿Hartx de la monotonía?, pues recuerda que "viajar en tren es lo mejor". Si ya es hora de dormir, podrás hacerlo porque tienes en tu poder una efectiva fórmula: "silencio, silencio, si yo fuera silencio". Y si te sientes solx... no lo dudes, estás invitadísimx a "mi pozo, ¡ole mi pozo!".

Amaneciendo contigo

¡Buenos días, sábado! El día amanece con ese romanticismo propio del fin de semana, con miles de sonidos que son regalos para los oídos: los pajarillos de los días de sol, la cucharilla agitando loca la leche en la taza de la vecina, el agua correr en la ducha del tío de arriba, la melodía desafinada de una alegre viejecilla... ¿y yo? Yo tumbada en la cama imaginándote a mi lado.

Los rayos de sol que se filtran por los agujerillos de la persiana descansan sobre mi piel justo ahí donde deberías estar tú. Retiro la sábana para que puedas abarcar más centímetros de mi cuerpo. Me doy vueltas para que también la espalda sea tuya. Cierro los ojos y siento tu aliento en mi nuca. Sellas con tus labios las heridas que hasta ahora permanecían abiertas en mis brazos. Me envuelves con tu deseo transformándome en tu perdición.

Anegada ya en tu mirada, desgarro el peligro a mordiscos mientras siento correr su sangre por mi cuello. El tiempo ya no existe, y la puerta está cerrada... ¿Tenías algo importante que hacer? Lo dudo. Este momento es lo único que existe, y mi lengua está dispuesta a hacértelo entender.

viernes, 27 de abril de 2012

De la mano de Katharina

Para Pájaro de Fuego...



Érase una vez una bruma noctura que asolaba solitaria el pantano del pueblo. Nadie advirtió su presencia y nadie fue capaz de estimar su permanencia en el lugar. Tan sólo se empaparon de su húmedo aliento. La Luna lograba asomar su sonriente rostro entre las nubes de la desolación, pero sedienta de protagonismo emprendió una batalla contra el Sol para que cesara sus pretensiones de reinar en el cielo de mujeres y hombres.

Así, la Luna se convirtió en el aire, en el alimento de sus súbditos. Tan sólo tocaba con su gracia a unas pocas, haciéndolas brillar como hijas suyas que eran. Y así nacieron las ninfas del pantano, encargadas de velar por sus gentes y tesoros.

Satisfecha la Luna con su legado, decidió hacer las paces con el Sol para juntxs gobernar los cielos, permaneciendo las nifas del pantano brillando con la magia de su diosa durante el día, para susurrarle al oído los secretos de los hombres durante la noche.

Así, llegaron los vientos del cambio y azotaron con su delicada furia los corazones de mujeres y hombres. El fuego del Sol volvió a arder en el interior de cada hogar, en el interior de cada ser. Su luz devolvió a lxs habitantes del pueblo la oportunidad de beber de la belleza que les rodeaba, embriagándoles de colores y vida, de fe y esperanza.

Reconciliadxs el día y la noche, el rítmico fluir de las cosas retornó a la tierra su fecunda virtud de crear, y en sus entrañas nació y se avivó el fuego que la haría recuperar su crepitante palpitar. Una explosión latente se guarecía en cada rincón, a la espera de la señal que le permitiera sucumbir a la pasión de la tierra, del aire, del agua y, por supuesto, del fuego.

Ya nadie podía recordar las sombras del imperio de la noche, sinó que divertidxs iban y venían del Sol a la Luna, de la Luna al Sol. Aunque la batalla liberada fuera cruenta y despiadada, arrebatando del corazón de los hombres y mujeres todo atisbo de esperanza, el momento presente se convirtió en un continuo motivo de celebración, pues el resultado de la discordia fue el único posible de entre todos los imaginados: la victoria de la vida, la convivencia de los contrarios en una invisible unidad rebosante de virtud.

jueves, 26 de abril de 2012

Reiterado descenso

Sumérgete en mi pecho y bucea en él. Adéntrate en esta húmeda neblina y prende una pequeña llama que me dé algo de calor. Utiliza tu instinto para caminar a través de la oscuridad de mi interior, y tatúame con fuego que hay motivos por los que continuar luchando... porque hoy se me olvidan. Recuérdame que no estoy sola, aliéntame para que me deje caer en los brazos de quien me ofrece su cariño.

Mientras, siento frío. Uno de esos fríos que se cuela por los poros, que te agrieta la piel, que te oculta de la vida. Frío cuyo parche reside en las lágrimas, lágrimas que últimamente se asoman con coraje hacia el exterior. Se estremece mi cuerpo, se abandona a la impotencia de no encontrar la forma de seguir resistiendo.

Ya estoy curtida de tantas y tantas expediciones por estas tierras sombrías. Debería saber discernir espejismos de realidad, si es que decido darle un voto de confianza a esa palabra tan esquiva: "realidad"... o "verdad". Conozco cada piedra, cada cueva y cada rama rota de estos parajes... y aún así me siguen pareciendo tétricamente tristes. Sé que hay múltiples salidas para huir de aquí, pero siempre tropiezo con ancianas raíces, me enredo con antiguas lianas y me pierdo en enrevesados laberintos.


Ofréceme, pues, una antorcha que me permita encontrar una guarida cálida en la que refugiarme. Piérdete en la silenciosa melodía de mis súplicas de infante. Adéntrate si quieres en esta penumbra y descubre conmigo el ciego poder del tacto. Arriésgate a enloquecer, a dejarte atrapar por la sinrazón. Regálame una sonrisa que me resucite y me devuelva la fuerza necesaria para creer que detrás de un paso viene otro, que la vida regresa con cada caricia.

viernes, 6 de abril de 2012

Noche licántropa

Tú. Sí... ¡tú! Mírame a los ojos. Lee en mi mirada. Engáñate si quieres; ¡huye! si no ves otra salida. Pero vacila un momento, permítete un segundo de duda... y serás víctima de mi sed.

La luna llena me empuja hacia lo desconocido, me acerca un poco más a ti. Mis garras amenazan con quebrantar tu firme voluntad y mis colmillos piden a gritos abrirse paso entre tu tierna y cálida carne. Todavía estás a tiempo de irte, luego no digas que no te lo advertí.

Adoro verte temblar. El miedo no te deja reaccionar... ni tampoco perderme de vista. Crees que tendré piedad, te dejas llevar por las apariencias... ¡te mientes de una forma tan tiernamente inocente! Desde aquí puedo olerte e irremediablemente se me abre el apetito. Me relamo los labios con sólo imaginar tu sabor.


¡¡¡¡¡AUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU!!!!!

De un zarpazo te pongo bajo mi peso y hundo mis comillos en tu garganta. En seguida comienza a manar tu lozana sangre y la recojo cariñosamente con mi lengua consiguiendo que te entregues a mí. En tus ojos brilla una encantadora mezcla de terror y deseo a partes iguales, y de entre tus labios asoma temblorosa una palabra que nunca acaba de pronunciarse. No te apresures, pequeño, con la mirada me lo dices todo. Esta noche olvidarás tu nombre.

jueves, 5 de abril de 2012

Fantasía Vs Rutina

Alimentarse de ambigüedades implica muchas veces quedarse con el estómago vacío. Cuando pensabas que ya estabas próximx a saciarte, que cada suculento bocado de fantasía podría mantenerte en pie... un soplo de realismo acomete contra tus estúpidos sueños, devolviéndote a un mundo donde no hay lugar para un 2+2=5.

Tampoco es tan difícil extraer conclusiones obvias. Con abrir los ojos y desentaponar los oídos suele ser suficiente. La necesidad de algo diferente y delicioso opaca los sentidos, y de este descuido sólo se puede esperar la decepción. Decepción traducida en una vuelta a la rutina. Rutina triste y apagada. Apagada luz que ensombrece el alma.

¡Y gritar quisiera a los cuatro vientos que no estoy conforme! Que el aire me ahoga y la soledad me acompaña. Que no quiero otra cosa que no sea nutrirme de lo inesperado. Sorprenderme con cada gota de agua e ignorar que después del día viene la noche. Sucumbir al hechizo de la meiga y bañarme en su caldero para renacer purificada.



Quiero viajar... y viajo... a un lugar donde en sueños susurres mi nombre.


domingo, 1 de abril de 2012

Jaula de fuego

El silencio grita lo prohibido y construye una jaula a mi alrededor. Vislumbro entre los barrotes lo que me espera al otro lado... lo siento, lo saboreo, lo huelo y edifico una fantasía que me permita crear la ilusión de vivirlo. Doy un paso, y otro más, procurando acercarme a la fuente del deseo, a la matriz de lo prohibido. Me aproximo a los confines de mi jaula, y los barrotes prenden fuego a mi ropa advirtiéndome de lo peligroso de mis intenciones. Desnuda y vulnerable, mantengo la mirada fija en el exterior. Extiendo un brazo entre los tórridos barrotes y acaricio con mis dedos un suave fleco de libertad. El olor a carne quemada se propaga a mi alrededor, y sólo entonces me percato de las quemaduras de mi muñeca. Asustada, retraigo el brazo y observo con terror cómo el hueso asoma entre jirones de músculo y ligamento. Ignorante de la cura a mis heridas, soplo con delicadeza sobre lo que hasta hace un momento era mi muñeca, moviendo mi cabeza de arriba a abajo para recorrer toda la zona afectada. Sólo cuando mi nariz tropieza con mis dedos, paladeo el aroma impregnado en ellos de aquello que toqué... pero que no pude probar.

lunes, 26 de marzo de 2012

La fiera liberada

El sol y las nubes coquetean en el cielo salpicando con su lascivia los cuerpos de las bestias. Brota la vida allá donde tus ojos se posen, y me invita a formar parte de esa explosión de placer que supone formar parte del todo. La luna gime silenciosa de noche, envolviendo a lxs amantes en una bruma de pasión.

¿Es posible contener a la primavera? ¿Se puede detener su fiero avance? ¿Es viable impedir que te toque con su desenfreno y te transforme en su alocado vástago? El pudor y la prudencia son los eslabones de las cadenas que se ciernen sobre nuestros cuellos para retenernos frente a la implacable tempestad de la estación florida... pero cada poro de nuestra piel exhala líbido.

Tus labios callan mientras tus ojos hablan de enloquecer. Se siente tu calor y la cadena que te aprisiona amenaza con fundirse para liberar la pasión contenida en un cuerpo incapaz de controlarla. La distancia no es suficiente para impedir sentirte, y el viento transporta tu tacto para acariciar mi cuerpo. Caigo de rodillas y pido clemencia... la tentación es demasiado fuerte y siento que no podré resistirla.

Me rindo a la fantasía y mi sangre se torna lava. Tus manos se funden en mi espalda, mi vientre y mis muslos, transformando en misterio el lugar donde acabo yo y empiezas tú. Tu aliento abrasa mi cuello y agita mi pelo, derritiendo cualquier resistencia que me impida entregarme a ti. Destrozo mi bozal con afilados colmillos y aúllo tu nombre a la luna, que, cómplice, nos observa desde su lecho de estrellas.


martes, 28 de febrero de 2012

Las cenizas de los sueños

El instante presente huye de entre mis dedos. Resido permanentemente en un momento que todavía no es, y que probablemente no llegue a ser. Viajo por tierras desconocidas, converso con fantasmas por descubrir, huelo aromas propios de una fantasía delirante y me dejo cegar por luces que camuflan esta oscuridad. Lejos...

Visualizo todo aquello que no está. Persigo lo que nunca será. Sonrío ante una mentira que crece con cada aliento que le regalo. Despierto de una marejada que me opaca los sentidos, me pierde en la incertidumbre y me hace olvidar el rostro que me devuelve el espejo. Hay estímulos a mi alrededor... juro que sé que están ahí... pero soy incapaz de prestarles atención. Todo el mundo gira en torno a una nube que proyecta confusas sombras a su paso.

Y te pierdo a ti. Y a ti. Y a ti. Y a ti. Pierdo mi deseo original, mi sueño olvidado, mi ilusión de infante. Me derrumbo en el suelo para intentar buscar entre las cenizas de lo que ayer vivió, y hoy sucumbió entre las llamas de mi furioso desencanto. Quizás buscando bien, pueda encontrar partes de mí, partes de ti, partes de las ganas de vivir que a veces se escabullen tras los rincones de un paraje desolado en el que me da pavor adentrarme.

Hoy necesito refugiarme en el hipnótico sonido de las teclas abatidas por mis dedos. Necesito encontrar consuelo entre ellas, sentir su dulce tacto, embriagarme jugueteando entre sus líneas... escuchar su respuesta ante el fluir de mis emociones traducidas a rápidos e infalibles tecleos. Necesito tropezar con la dislexia, escupir sobre la ortografía y cagarme en la gramática. Necesito entregarme a las palabras, a su silenciosa sabiduría, a su desordenada cadencia.

Puedo jugar a prostituirme ante sueños que no me pertenecen, a adaptarme a una situación que no escogí, a debatirme entre el 1 y el 2 dejando a un lado el 3, el 4 e incluso el 675.349. Puedo subirme al barco de "es lo que hay" o el de "así es la vida". Puedo desoír a una parte de mí para seguir sobreviviendo, incluso puedo llegar a matarla. Entregarme a la corriente, seguir la lógica, obedecer sumisamente... Sí, sin duda sé que puedo. Pero no quiero.



Quiero desbrozar mi mente de hiedras ajenas a mi sentir. Quemar tanto libro escrito con el fin de adoctrinar mi corazón. Destruir los cimientos de una ciudad construida a base de miedo. Volatilizar los escombros supervivientes de tantas batallas perdidas.

Quiero recuperar a esa niña que "perdía" el tiempo esperando a que le salieran los "cuernos" a los caracoles, que se sorprendía al comprobar que de una semilla brotaba vida, que corría por desfogue más que por prisas, que inventaba cuentos porque ya había sobrevivido a todos los que había leído, que de un simple palo obtenía una varita mágica que transformaba el día en noche y viceversa, que chapoteaba en los charcos sin pararse a pensar en la eficiencia del detergente, que se atrevía a soñar, que despertaba cada mañana sedienta de vida.

Apagando los sentidos... clausurando los ruge-ruge... llamando a la vida.

martes, 14 de febrero de 2012

Agua, tierra, aire... FUEGO

El recuerdo llama a la puerta insistente, y ante tal premura decido hacerle pasar. Apenas pensaba en él en los últimos días, pero la imagen que en mi mente se quedó guardada era completamente diferente a lo que hoy descubrí al volver a verle. De la penumbra pasó a la luz y al color. Todo aquello que yo había sepultado bajo el miedo, reverdeció con el pasar de los días, con el descanso de la luna y el sol. El tiempo se ocupó de devolverle a un estado latente de esperanza.

Ya no más. Acabé contigo. He creído que me anegabas en tus tinieblas cuando dentro de mí ya había brotado una discreta llama, cálida y valiente, colorida y decidida. Te vencí. Te eché a un lado y me dispuse a pintar un nuevo lienzo.

Y de nuevo mis dedos corretean por el blanco, manchándolo de verde primero, azul después. Primero con la puntita de un dedo, después restregando toda la yema y, contagiados por la alegría del color, los otros dedos finalmente se dispusieron a corear al índice en una arrítmica melodía. Hacia arriba, arriba. Cielo verde, árboles azules. El mundo enloquece en un frenesí daltónico que se vuelca en la mesa de trabajo con cada gota de pintura.

Tierra. El marrón irrumpe en círculos para gritar que él también está lleno de vida. ¿Rojo? Dos dedos descienden asesinos entre amables rocas, tiñéndolas del fuego uterino. Rojo, rojo, rojo... No es suficiente, necesito más. Pierdo el apaciguado ritmo del agua, de la brisa que mece las hojas de los árboles. ¿Un barco rojo? ¿Un barco encayado? ¡Mierda! Ya sabía yo que mi travesía de fantasía encontraría su fin en poco tiempo. ¿Qué hago? Me desespero. "Retoma el barco, seguro que no está encayado". ¿Cómo que no? ¡Míralo! "Pues si sientes que no puedes seguir con el barco, hazlo desaparecer".


El agua pura difumina los colores. Los atraviesa y los mezcla en un borrón que me hace extrañar a ese barco que me había llevado a la deriva. Paciencia. El borrón desaparecerá. Mimo, cuidado, tiempo. Un momento... ¿Una flor? De la zozobra al brote. Naranja, verde, rosa y blanco. Se mezclan, pero no importa. No sé dónde empiza, ni tampoco dónde acaba. Arde en medio de la nada, escupiendo a un corazón de hielo que parece inerte entre la maleza.

Sopla un gélido viento que lo mece todo a su paso, agitándolo incluso por momentos. Pero aquí no hay cabida para su frío, si acaso para su gentil invitación de baile, porque yo soy la guardiana del fuego. Bravo refulge en mi vientre, abrasa mi piel y te quema si olvidas cómo tratarlo. Me lleva consigo, me pierde en su reino, me atrapa en su crepitar. Me hace suya, suya soy... soy fuego.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Luna insomne

Insomne. A menudo Morfeo me abandona en manos de una vigilia que me roba el preciado momento del descanso. Los motores se encienden y ya no hay marcha atrás... habrá que esperar otro día antes de que mis ojos decidan volver a cerrarse víctimas del normal agotamiento de la jornada. A veces es inevitable resistirse a caer en la impotencia de no poder hacer algo tan sencillo como dormir, en la ira por perder el control de un ritmo natural que te ignora como si tú no fueras parte de toda esta vorágine.

Pues ya puestxs... ya despiertxs a las 3, a las 4... ya entregadxs a una actividad mental propia de las 10, o de las 17... ¿pues por qué no? En vez de renegar en contra de mi insomnio, decido entregarme al fluir de ese pensamiento descontrolado, de ese sentir que subyace a cada vaivén de una mente incapaz de disfrutar de domingos y festivos, navidad o semana santa, vacaciones de verano o cualquier otro momento en teoría dedicado al reposo. Buf!... ¡Qué cantidad de información! ¡Qué desorden! ¿Qué se supone que hay que hacer con todo esto? ¡Manos a la obra!

No hay penumbra en mi habitación... aquí reina la oscuridad. Tanto mejor, así el contexto acompaña al escenario preparado para esta obra. Árbol, mujer, sonrisa, postre... Manos, llanto, jersey, liberación... Rubor, tierra, mesa, viaje... Red, círculo, fiesta, papel... Carcajada, abrazo, te quiero, despertador... Juego, lluvia, obstáculos, letras... Mmmmm... El desorden es obvio, pero los puzzles siempre me parecieron un entretenimiento perfecto para los días de retiro, para los momentos de introspección.

Siento como la sangre fluye fuerte y veloz por mi cuerpo, oxigenándolo en su esfuerzo por discernir. Esta pieza con ésta, esta otra podría encajar aquí, de repente encuentro una pieza que no había visto hasta ahora y recuerdo una que hace tiempo guardé en un cajón. Las imágenes vuelan alocadas y las fotografío a su paso, componiendo un álbum que me ayude a resolver el enigma.

Un paso, dos pasos... Camino hacia alguna parte que ahora parece adquirir un atisbo de forma. La cama no puede retenerme más tiempo y me levanto empujada por la ilusión, invadida por un sentimiento de paz que acalla la berrea de mi mente. Las 6. La oscuridad ya no es una opción. Camino a ciegas, a sabiendas de que los amables brazos de la luna me conducen a la luz. Enciendo a tientas una vela y me hipnotizo con su fuego, con su color y calor, con la perfección de su oscilación. Me enamoro del instante. Quiero más. Creo dos, tres llamas. Me siento. Escribo.

lunes, 30 de enero de 2012

La bruma de la incertidumbre

No hay radar, sonar, ni brújula que consigan ubicar una posición concreta en este páramo abandonado. Mucho menos determinar una trayectoria despejada por la que navegar. Esta bruma ciega los sentidos, no permite avanzar en ninguna dirección.

Hay travesías en las que la visibilidad parece infinita, las dulces aguas mecen la nave entre arrullos y caricias, aves y peces me acompañan como confirmando que ésa es la única dirección posible. Travesías cuyo nombre es armonía, sosiego, ilusión y esperanza.

También las hay que transcurren en medio de intempestivas tormentas, feroces vientos y mortíferos oleajes. Las soluciones son múltiples y abarcan un amplio espectro de posibilidades: desde dejarse llevar por el temporal hasta navegar contra la confusa corriente. Sea lo que sea lo que esas decisiones deparan, se toman a sabiendas de que es lo que en ese momento más conviene hacer, sin remordimientos que empujen al deseo de volver al pasado para cambiar el rumbo. Simplemente, la marea de la vida me empuja a actuar de miles de maneras cuyos resultados tallan mi corazón de pirata, superviviente a lo visible y lo invisible, enemiga y amiga de la adversidad.

Pero esta jodida bruma... Esto es diferente. Ni tan placentera que me permita disfrutar del viaje, ni tan hostil que me empuje a lanzar remos, arriar velas, sortear peñascos traicioneros y tomar un descontrolado timón que a veces se aferra fuertemente a una posición estática. No, la bruma es diferente. Me condena a la vigilia, me ancla en el estado de alerta, me hace incansable buscadora de una luz que nunca aparece y me ciega a bellos parajes y hostiles derroteros. Me agota, me frustra, me vacía de vida para llenarme de temor, convirtiendo mis huesos en carámbanos y haciendo a mi piel sudar escarcha.

De nuevo sin rumbo, sin aparejos que me orienten en mi ruta, sin una voz que cristalina me susurre cómo manejar mi barco. A la espera, no sé muy bien de qué. A que se disipe la bruma y mis sentidos vuelvan a funcionar. A que me encalle en alguna tierra desconocida poblada de posibilidades. Jodida bruma...

lunes, 23 de enero de 2012

El año nuevo de nuestrxs vecinxs chinxs

Pensando en ayer, no en hoy.

Un día entero concedido  a la elusión de las responsabilidades, así que cualquier cosa es susceptible de apetecerme. Año nuevo chino... ¿por qué no? Esa comunidad, tan invisible a veces a nuestros ojos, celebra hoy la entrada del 2012, año del Dragón de Agua. Desde el viernes se están celebrando eventos múltiples en el centro para darle la bienvenida a esta mítica criatura. Justo el domingo, cuando ya el festejo alcanza su cénit, decido pasarme a ver a mis vecinxs chinxs en "su hábitat".

Allí voy, cargando con todos mis prejuicios y también con toda mi curiosidad. Un escenario con los colores de la bandera china da cabida a unxs entusiastas presentadorxs que introducen a sus nostálgicxs espectadorxs a las actuaciones que allí se desarrollan. Las óperas son sucedidas por patadas de kung fu, y éstas por los desfiles de Miss China España, que a su vez dan paso a canciones interpretadas por apasionadxs cantantes unas veces y tímidxs otras tantas.

Como simulando su muralla, unos cuantos puestos se ubican alrededor ofreciendo sus productos tanto al chinx como al español. Tu nombre en chino, información para acceder a clases de chino o de artes marciales, asociación budista, juegos chinos, belleza china, comida china y un buen número de stands dedicados a la venta de productos (desde los que sólo compran lxs chinxs hasta lxs que sólo compran lxs españolxs). Unxs con largas colas para acceder a su servicio/producto, otrxs viendo a la gente pasar de largo.

La asistencia no es masiva y el ambiente se deja disfrutar. Ya antes de llegar, resulta curioso observar ¡cuántos vecinxs chinxs tenemos! Caminando por la calle, parándose en los escaparates, haciéndose arrumacos, ayudando a dar sus primeros pasos a sus bebés, riéndose de sus chistes (esto no lo sé porque no entiendo lo que dicen, pero que se ríen, sí se ríen).

Y sí, me doy cuenta de que la imagen que aparece en mi cabeza cuando me dicen chinx es bastante limitada: detrás de un mostrador en un bazar, una tienda de ropa o de alimentación, sirviendo mesas en un restaurante, cargando pesados bultos en el metro o incluso, más recientemente, en peluquerías o en esos locales donde te hacen dibujitos en las uñas. Sí, los prejuicios son así, limitantes. Y quizás por eso es más gratificante observar esos pequeños detalles que a veces pasamos por alto, esas cosas que nos hacen humanxs, que nos acercan.

El escenario nos sigue regalando la nostalgia hacia tierras que nunca pisamos, el bello sonido de una lengua que no conocemos, la danza del kung fu y, en definitiva, la otra cara de nuestrxs vecinxs chinxs. Diferentes caracteres pisan ese escenario para compartir con lxs espectadorxs un poquito de su arte, pero nadie como la viejecita. De pronto me encuentro viviendo una vida que no es la mía, sufriendo experiencias que hasta ahora no me habían marcado, viajando lejos. La ópera interpretada por la entrañable abuelita, de fuerte carácter pero deliciosa ternura, es un volar a un pasado que no es mío, pero de pronto me pertenece. Y una lágrima resbalando por mi mejilla me hace aterrizar en Plaza España.

El viaje me agota y decido regresar a casa para contemplar el contenido de las maletas que, pesadas, arrastro por las calles madrileñas. Me siento viva cuando me sorprendo, cuando me emociono, cuando sin mi permiso otrxs penetran en mí. Dirijo mis pasos hacia la salida y me volteo para fotografiar con mi mirada un último recuerdo de mi viaje. Mis ojos se posan sobre una pareja besándose: ella es china, él español.

sábado, 21 de enero de 2012

La apatía de un miércoles por la tarde

Parece que existen miles de horas antes de que el sueño me empuje a la cama, y aunque pueda elaborar una lista bastante extensa de cosas que tendría que hacer, o incluso de cosas que me apetecen hacer, la apatía vence a toda potencial lista y el sofá me atrapa entre mantas y cojines. Mi fiel amigo internet me ofrece la posibilidad de perder el tiempo de las maneras más estúpidas que te puedas imaginar, y una de ellas, paradójicamente, es ofreciéndome 30 minutos de prueba de diversos juegos de "gestión del tiempo". Estos juegos se convierten así en una especie de mofa de mi incapacidad para hacer algo provechoso con mi tiempo, y así me convierto en una eficiente camarera porque sé priorizar mis acciones, en una buena granjera, en una excelente organizadora de bodas y en una ejemplar cuidadora de mascotas. Ya ves tú. El caso es que esa mierda de juegos diabólicos consiguen engancharme de una forma un tanto obsesiva...

Pues bien, justo cuando estaba sentando a los clientes de color amarillo en su mesa de color amarillo (obteniendo así una bonificación por color que aumentaría considerablemente mis propinas), una especie de embestida contra mi puerta interrumpe la puñetera musiquita de mi vida virtual en un restaurante de comida rápida. Los nervios me impiden ubicar el botón de pausa y al alzar la cabeza veo a mi pintoresco vecino caminar al otro lado de la ventana. Me levanto furiosa, dispuesta a gritarle mi indignación por haberme interrumpido en tan vital actividad, y abro la puerta voceando "¡¿qué pasa?!" Y bien, al absurdo de mi apatía sólo le puede suceder el absurdo de la apatía ajena.

- Hola, mira guapa, que yo no te quiero molestar, ni tampoco quiero que haya problemas entre los vecinos, pero es que te quiero comentar una cosa y espero que no te parezca mal.

El tufo a alcohol casi me tumba, pero la ira nacida de mi mono ludópata consiguió mantenerme en pie.

- Vale. ¿Qué pasa?

Con dificultades para mantener una postura medianamente erguida, mi vecino se apoyaba en la pared, manchándose con la pintura blanca descascarillada que ésta desprendía.

- Pues es que... verás. Llevo 15 dís sin poder tender la ropa.

- ¿Acaso la ropa que hay en tu cuerda es mía? - le interrumpí intuyendo por dónde me iba a salir.

- No, guapa, no. Sé perfectamente de quién es esa ropa, y no es tuya. La verdad es que aquí todo el mundo abusa de mí, y pronto me cansaré y tendré que ir al juzgado. Pues mira, niña, que llevo 15 días sin poder tender la ropa, y no me parece normal.

- A ver, mira, te resumo - le contesté impaciente. - Yo llevo dos años viviendo aquí y siempre tiendo la ropa en mi cuerda. En esos dos años, por primera vez utilicé el espacio cubierto para poder tender mi ropa en mi tendedero para que no se me mojara a la lluvia. En ese momento el espacio no estaba ocupado, así que no encontré ningún inconveniente para hacerlo. Pero vamos, que si te molesta tantísimo, y esos dos días te impiden tender la ropa durante 15, pues vale, pongo el tendedero en mis 20m2 y me tiro 4 días para que se me seque, utilizando después la ropa apestando a humedad.

- A ver, no te enfades, guapa, mira, yo sólo te digo...

- Que sí, que me parece muy bien que te enfades, y yo ya te digo que si eso te quita el sueño, pues no vuelvo a poner ahí mi tendedero.

- ¡Ay! Que te has enfadado, mira que yo no quiero que te enfades, eh? Que yo contigo no tengo ningún problema. Y yo, vamos, tampoco me molesta tanto, eh? No pasa nada.

- Joder, pero si me acabas de decir que querías ir al juzgado!

- No, mujer - me respondió entre risas borrachas - yo no he dicho eso. Lo que pasa es que aquí se abusa de mí mucho. Llevo viviendo 40 años aquí, y nunca he tenido problemas de ningún tipo. Pero ahora, todo el mundo tiende en mi cuerda.

- Pero vamos a ver! Que yo no tendí en tus cuerdas en ningún momento! Yo tendí bajo tus cuerdas, que es el único sitio donde no llueve.

- Ya, si ya lo sé, mujer, pero es que así yo no puedo llegar a mis cuerdas.

En ese momento sólo podía pensar que el mayor impedimento que tenía para llegar a sus cuerdas eran los litros de alcohol que tenía dentro. Por otro lado, también me estaba acordando de mi madre, que siempre me decía "no me pongas los ojos en blanco!"... lo cierto es que ésa me parecía una ocasión perfecta para hacerlo, y lo hice, obviamente.

- Bueno - siguió - menos mal que a mí, gracias a Dios, me lavan la ropa mis hijas y mi hermana. Y ya ves tú, dos camisas y un pantalón a la semana. Pero es que llevo 15 días sin poder tender!

- Y dale! Pero vamos a ver, responsabilízame si quieres de esos dos días, pero no de los otros 13, joder!

- No, mujer, no, si yo ya sé que tú no tienes la culpa, que tú eres una chica muy correcta y estoy encantado contigo. Lo que pasa es que el otro día fui a tender y no pude!

- Joder, pues me llamas a la puerta, y me lo dices tan tranquilamente, no vienes una semana después con esta vaina!

- No estabas.

- Los cojones! - me salió sin pensar demasiado en que el pobre hombre buscaba justificaciones donde nos las había.

- Que no estabas, mujer! Yo es que quería tender, y claro! estaba tu "tenderete" en medio y no podía - explicaba mientras hacía de mimo tendedero.

- Vale, bueno, pues ya me lo has dicho todo. Yo ya lo he entendido, y como tengo frío aquí fuera, no quiero seguir aquí escuchando tu historia una sexta vez.

- Ay, mujer, pero perdóname, yo no quiero que te molestes, eh?

- A ver, que yo no me molesto! - contesté molesta. - Sólo que no me gusta oír lo mismo 5 veces consecutivas. Me aburre y tengo frío. Además, si llamas a mi puerta, lo haces con tranquilidad, así que si haces el favor, la próxima vez no la aporrees.

- Que he aporreado tu puerta? ¿Que yo he aporreado tu puerta?

- Sí!

- No hija, no, yo no he aporreado tu puerta.

- Que tú no seas consciente de lo que hiciste, no quiere decir que no lo hayas hecho.

Su respuesta fue un encogimiento culpable de hombros, y yo, en mi orgullo, hice esfuerzos para no serenarme.

- Mira, que tengo frío, y creo que aquí no tengo nada más de qué hablar contigo.

- Bueno, pues perdóname por haberte molestado.

- Vale, vale.

Cerré la puerta a mi espalda y recuperé mi juego en el que, obviamente, mi clientela me había galardonado con la bancarrota. Respiré profundamente a la vez que volvía a mi adictivo sofá, mientras mi mente repetía incansable, "jodido vecino". Cuando ya alcancé los objetivos de los días sucesivos y consegí redecorar mi restaurante de comida rápida virtual a mi gusto, miré al techo pensando "Ludópata Versus Alchólico".

Si es que no son tan distintas las formas que tenemos para eludir nuestros problemas, pero el conflicto comienza cuando él procura vencer su soledad conmigo, y yo me veo privada de una soledad para mí agradable. Puedo justificar, puedo intelectualizar y puedo darle todas las vueltas del mundo a una anécdota estúpida de un apático miércoles por la tarde... pero la imagen de su cabeza estrellada contra el suelo del patio no me la quita nadie de la cabeza!

NOTA: en realidad toda esta conversación fue mucho más extensa, pero reproducirla es muy cansino para mí y para quien esté tan aburridx como para leerla porque era tremendamente repetitiva. También cabe decir que hay más personajes en esta historia, pero esta escena transcurrió sólo entre el vecino del 5 y yo. Si es que... las series televisivas más surrealistas sobre la convivencia entre vecinxs están inspiradas en esta antigua corrala.

martes, 10 de enero de 2012

Hay momentos...

Hay momentos para todo. Hay momentos para la ilusión y para la esperanza, a los que a veces siguen los momentos para el desencanto y la decepción. Hay momentos para construir un sueño, y hay momentos en los que hay que agacharse corriendo para que nadie pueda advertir los añicos de ese sueño roto. Hay momentos para inventarse una nueva historia, los hay para creer en ella y también los hay para vivirla.

Hay momentos para el olvido, o por lo menos los hay para intentar olvidar. Hay momentos en los que es mejor mirar hacia otro lado y simular una sonrisa para que nadie se dé cuenta de lo que en realidad está pasando. Hay momentos para recordar, para imaginar, para hipotetizar y para volver a la tierra a lamerse las heridas.


Sí, hay momentos para todo. También para perderse en la ambigüedad, disfrazándola de lo que mejor convenga. A veces la supervivencia reside en el hecho de maquillar esos momentos con una tonalidad mágica que probablemente no ve nadie más que tú. También en sentir que sus dedos tienen un lenguaje propio que sustituye al de las palabras mudas, y se enredan en tu cuerpo como queriendo formar parte de él. Quizás un gesto, una mirada, un brillo imaginario en el fondo del alma. Una misiva llena de intenciones ocultas que la propia fantasía alimenta con su fuego, haciendo crecer unas llamas que la razón se esmera en sofocar. Un rincón encantado para el alocado desenfreno de quien no teme soñar, pero lacerante prisión para quien tiembla al posar sobre su lengua una palabra que tiña de realidad esa fantasía.

Así que es menos arriesgado volver a lo seguro, a lo tangible, a esa apuesta de la que nadie espera una pérdida, a la llanura de la calma. Las pasiones quedan firmemente recluidas en esos momentos destinados a la aventura de la imaginación, a la huida de la certidumbre, al “¿y si tomara este rumbo?”, al viaje hacia tu instinto. Y aun así, eres consciente de que la fuerza de ese impulso nace de la idealización del mismo, de lo sublime que es mientras no existe. Pero… no puedes dejar de alimentarlo… La vida tiene extraños apetitos…