sábado, 7 de mayo de 2011

Proyectando la quietud

¿Quién me iba a decir que la máquina del tiempo se encontraba en un vagón estacionado permanentemente en medio de Madrid?

Algún extraño mecanismo se activa en el cerebro de lxs viajerxs y les conduce a aquel momento en el que no existía más que lo sencillo, lo maravilloso; en el que la felicidad se medía en sonrisas, y no en éxitos "objetivamente medibles". Ese pasado en el que la vida es bella, porque no hay mayor sabiduría que la de un/a niñx, que con su inocencia nos enseña a vivir.

Perderse en el pasado para poder llegar al futuro en un pestañeo involuntario. Ese futuro incierto que nadie conoce, pero que todo el mundo se atreve a augurar. Aparece con disimulo una sonrisa en mis labios al ver que no existen los problemas, que todo es perfecto, que el cuerpo ha de ser el hogar de la más absoluta de las calmas.

Cuando abro los ojos... veo con claridad que hoy es el futuro que tantas veces quiero imaginar, que no hay mayor felicidad que la que pueda estar experimentando en este momento, que la calma está dentro después de buscarla tanto fuera, que no hay más que un eterno ahora que nos acaricia las puntas de los pies y nos guiña un ojo seductor invitándonos a desnudarnos frente la vida.