domingo, 1 de abril de 2012

Jaula de fuego

El silencio grita lo prohibido y construye una jaula a mi alrededor. Vislumbro entre los barrotes lo que me espera al otro lado... lo siento, lo saboreo, lo huelo y edifico una fantasía que me permita crear la ilusión de vivirlo. Doy un paso, y otro más, procurando acercarme a la fuente del deseo, a la matriz de lo prohibido. Me aproximo a los confines de mi jaula, y los barrotes prenden fuego a mi ropa advirtiéndome de lo peligroso de mis intenciones. Desnuda y vulnerable, mantengo la mirada fija en el exterior. Extiendo un brazo entre los tórridos barrotes y acaricio con mis dedos un suave fleco de libertad. El olor a carne quemada se propaga a mi alrededor, y sólo entonces me percato de las quemaduras de mi muñeca. Asustada, retraigo el brazo y observo con terror cómo el hueso asoma entre jirones de músculo y ligamento. Ignorante de la cura a mis heridas, soplo con delicadeza sobre lo que hasta hace un momento era mi muñeca, moviendo mi cabeza de arriba a abajo para recorrer toda la zona afectada. Sólo cuando mi nariz tropieza con mis dedos, paladeo el aroma impregnado en ellos de aquello que toqué... pero que no pude probar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario