viernes, 6 de abril de 2012

Noche licántropa

Tú. Sí... ¡tú! Mírame a los ojos. Lee en mi mirada. Engáñate si quieres; ¡huye! si no ves otra salida. Pero vacila un momento, permítete un segundo de duda... y serás víctima de mi sed.

La luna llena me empuja hacia lo desconocido, me acerca un poco más a ti. Mis garras amenazan con quebrantar tu firme voluntad y mis colmillos piden a gritos abrirse paso entre tu tierna y cálida carne. Todavía estás a tiempo de irte, luego no digas que no te lo advertí.

Adoro verte temblar. El miedo no te deja reaccionar... ni tampoco perderme de vista. Crees que tendré piedad, te dejas llevar por las apariencias... ¡te mientes de una forma tan tiernamente inocente! Desde aquí puedo olerte e irremediablemente se me abre el apetito. Me relamo los labios con sólo imaginar tu sabor.


¡¡¡¡¡AUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU!!!!!

De un zarpazo te pongo bajo mi peso y hundo mis comillos en tu garganta. En seguida comienza a manar tu lozana sangre y la recojo cariñosamente con mi lengua consiguiendo que te entregues a mí. En tus ojos brilla una encantadora mezcla de terror y deseo a partes iguales, y de entre tus labios asoma temblorosa una palabra que nunca acaba de pronunciarse. No te apresures, pequeño, con la mirada me lo dices todo. Esta noche olvidarás tu nombre.

1 comentario:

  1. Si todo sucede según lo cuentas, me dejo atrapar.

    Gran post

    Un abrazo pero de lejos.

    ResponderEliminar