domingo, 10 de junio de 2012

Pon la mano en el fuego

Juguemos a algo nuevo. Dinamitemos hándicaps. Moldeemos voluntades propias y ajenas. Transformemos los "quiero" en "¡debo!". De mi parte corre el inventar un rincón en el que el instinto se libere y facilite el encuentro de nuestro deseo, tejer la fantasía perfecta para que te pierdas en ella, construir un denso muro que nos aisle de la ambigua realidad y recrear un lecho silvestre en el que nuestros cuerpos tengan la oportunidad de dialogar.

Déjate caer, que yo seré tu almohada, y adéntrate sin miedo en mis labios. Tropieza en mi pecho y regálame tu aliento, dibujando en mi piel un travieso camino que desconozca sus lindes. Enciende con tu lengua la fogata de mi vientre, mientras yo de camino pruebo tu ombligo. Dedícame una sonrisa tuya, que te haré desconocer a la mujer que fui hace un segundo.

Obsérvame a través del fuego y atrévete a quemarte. Viaja por mis piernas y descansa allí donde se despierte tu sed. Déjame buscarte entre las llamas y descubrir tus brazos incandescentes. Perdámonos en la lumbre, que el día se ha olvidado de nosotrxs y la noche acudirá discreta en nuestra búsqueda. Déjala venir, que nos bañe la luna con sus mareas, que nos tiña de sal y nos devuelva la oportunidad de poder volver a encontrarnos.

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