lunes, 16 de julio de 2012

Danza del agua

No hay caminos en el horizonte, pero sí la certeza de que sigo existiendo, de que sigo necesitando caminar. Respiro y me entrego a la incertidumbre, me hundo en el miedo y me dejo acorazar por una indiferencia que en realidad no siento.

Pero a pesar de todo... me encanta que el sol me arañe la piel, que el agua me atrape en su suave movimiento, que el mundo se distorsione entre sus ondas. Y me encanta tu confusa presencia, tu mirada pícara y el remolino que se forma a tu alrededor cada vez que decides reducir la distancia entre tu cuerpo y el mío.

Huyo de mí huyendo de ti. Me escabullo entre alborotadas corrientes impidiendo que tus manos me aferren con fuerza contra tu pecho, pataleo histérica al no poder encontrarme con tus labios, grito desesperada por ser incapaz de obedecer a ese impulso que travieso me susurra lo que no quiero oír.

Y sí, podría diseñar con mis dedos un escenario distinto, podría ignorar la existencia de esas zarzas que se interponen entre tú y yo, podría customizar tu cuerpo con mi boca y podría también tatuar mi nombre en tu lasciva mirada. Podría... pero el tiempo se me escapa y tú con él. Las oportunidades de redescubrirnos se desvanecen en el calendario y los minutos sepultan tu voz bajo los escombros de una ilusión derruida.

Quizás en la próxima tirada, los dados nos regalen otro momento juntxs, y pueda entonces fulminar las excusas que encadenan mi cuerpo a la huída y el mutismo. Resignada de momento a tenerte solamente en mis recuerdos,  prometo danzarte al son de los tambores y sentirte en cada gota de agua.

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