miércoles, 1 de febrero de 2012

Luna insomne

Insomne. A menudo Morfeo me abandona en manos de una vigilia que me roba el preciado momento del descanso. Los motores se encienden y ya no hay marcha atrás... habrá que esperar otro día antes de que mis ojos decidan volver a cerrarse víctimas del normal agotamiento de la jornada. A veces es inevitable resistirse a caer en la impotencia de no poder hacer algo tan sencillo como dormir, en la ira por perder el control de un ritmo natural que te ignora como si tú no fueras parte de toda esta vorágine.

Pues ya puestxs... ya despiertxs a las 3, a las 4... ya entregadxs a una actividad mental propia de las 10, o de las 17... ¿pues por qué no? En vez de renegar en contra de mi insomnio, decido entregarme al fluir de ese pensamiento descontrolado, de ese sentir que subyace a cada vaivén de una mente incapaz de disfrutar de domingos y festivos, navidad o semana santa, vacaciones de verano o cualquier otro momento en teoría dedicado al reposo. Buf!... ¡Qué cantidad de información! ¡Qué desorden! ¿Qué se supone que hay que hacer con todo esto? ¡Manos a la obra!

No hay penumbra en mi habitación... aquí reina la oscuridad. Tanto mejor, así el contexto acompaña al escenario preparado para esta obra. Árbol, mujer, sonrisa, postre... Manos, llanto, jersey, liberación... Rubor, tierra, mesa, viaje... Red, círculo, fiesta, papel... Carcajada, abrazo, te quiero, despertador... Juego, lluvia, obstáculos, letras... Mmmmm... El desorden es obvio, pero los puzzles siempre me parecieron un entretenimiento perfecto para los días de retiro, para los momentos de introspección.

Siento como la sangre fluye fuerte y veloz por mi cuerpo, oxigenándolo en su esfuerzo por discernir. Esta pieza con ésta, esta otra podría encajar aquí, de repente encuentro una pieza que no había visto hasta ahora y recuerdo una que hace tiempo guardé en un cajón. Las imágenes vuelan alocadas y las fotografío a su paso, componiendo un álbum que me ayude a resolver el enigma.

Un paso, dos pasos... Camino hacia alguna parte que ahora parece adquirir un atisbo de forma. La cama no puede retenerme más tiempo y me levanto empujada por la ilusión, invadida por un sentimiento de paz que acalla la berrea de mi mente. Las 6. La oscuridad ya no es una opción. Camino a ciegas, a sabiendas de que los amables brazos de la luna me conducen a la luz. Enciendo a tientas una vela y me hipnotizo con su fuego, con su color y calor, con la perfección de su oscilación. Me enamoro del instante. Quiero más. Creo dos, tres llamas. Me siento. Escribo.

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