viernes, 3 de abril de 2015

Hipócrita y sincera histeria

¿Sabes? A veces me sorprendo de lo grande y minúscula que puedo ser a un mismo tiempo. Pongo los ojos dentro y veo contradicciones que me construyen y destruyen, y más sincera me siento cuanto más y menos me quiero, pues parte soy del mundo, ni mejor ni peor, tan sana y podrida como la misma esencia que me da la vida.

He hecho daño y me lo han hecho, y ese círculo de heridas me sitúan en el limbo del decidir... si tuviese la llama de una cerilla, no sabría si alumbrar con ella el mundo, quemarlo, quemarme, o soplar y apagarla para no ver nada más, ni a mí misma perdida en esta cueva en la que parece que hay que fingir que sabes lo que haces. ¿Qué haces? ¡Quietx chicx! ¿A dónde vas con esos aires? ¿Acaso te crees algo más que el difuminado holograma de un sueño malparido?

Y no voy a hablar con bonitas palabras ni a pintar corazones en los cristales envahecidos para ganarme tu bobo afecto; afecto que indiscriminado repartes, como si fuera propaganda de compra y venta de oro, tan en auge en tiempos de crisis, como tú... que encuentras tus tiempos de gloria entre los lodos ajenos, simulando rescatar almas perdidas a base de palabras construidas con sílabas de vacío. sin manos ni sentires que les den verdadero soporte.

No te voy a cantar canciones de amor, que afónica me he quedado de regalarle mi voz a tus oídos sordos. Mi corazón sigue bailando, pero no con tu música muda. Baila con el sol, baila con la luna, baila con el viento y baila con la lluvia. ¿Quién más podría interpretar una melodía digna de atención? No puedo sentir tus acordes, ¿acaso alguna vez me has regalado en verdad alguna pieza?
Así soy en este instante, una brizna enjuta en un desierto en el que ha habido demasiadas tormentas de arena. Las dunas se van mudando con el viento, y los caminos se borran ante mis ojos para moverme en círculos o no moverme. ¿Moverme de otra manera?

Hipócrita, me engaño a mí misma para suavizar mi existencia. Me justifico, me convenzo, me autoindulto. Rumio palabras dentro de mi boca y las vuelvo a tragar para indigestarme nuevamente, sintiendo en mis intestinos la horca que te/me dará muerte. Y vivo con miedo, ya. Miedo de sufrir, porque cuando piensas "¿qué más podría pasarme?" asistes a la vivencia de la respuesta. Y miedo de una muerte lenta y agónica, pues a su certera espera nos exponemos mientras transcurre eso llamado ¿vida? Llené mis pulmones con ganas de vivirla, ansiosa y sedienta de ella. Desenterré mi deseo de sentirme parte de todo, le saqué brillo y lo puse a la luz, compartiéndolo y haciéndolo más grande... jajajaja, cuanto más alto subes, más grande es la hostia al caer. Me había olvidado de que esa fue mi máxima durante tiempo. Saqué un as de la manga eludiendo la prudencia que me había forjado.

¿Libre? Sí, claro, lo soy. Libre de perderme en el bosque, de creerme pájaro, de beber del viento. Libre de seguir pensando y libre de seguir creando. Libre de ser, libre de dejar de serlo. Probando los propios límites de mis pulmones, de mi voz, de mi vista cada vez más cansada frente a lo que hay que ver. Y puedo cambiar la perspectiva cuando me dé la gana, sentirme llena de fuerza para abordar lo que me proponga... pero para eso hay que proponerse algo, y mis propuestas se debilitan como una vela mortecina.

Y me canso a mí misma de leerme y escucharme, víctima de mis propios duelos, de mis propias fracturas, de mis "pobrecita yo", que ahogo en colacao con galletas, reconstruyendo una infancia feliz y despreocupada en la que el frío tenía fácil remedio. Hidratos al más puro estilo Bridget Jones, patético y repulsivo, susceptibles de caricatura como la que yo misma me hago. Río igual que lloro cuando atiendo a mis pasos desordenados, porque histéricas nos han llamado siempre, y no me voy a poner ahora a contrariar a nadie (faltaría más!! con lo condescendiente que yo soy!!). Acepto mi momento como la absurda explosión de un afecto torpemente conducido.


No hay comentarios:

Publicar un comentario