jueves, 2 de abril de 2015

El dragón dormido

Pataleando, pataleando, pataleando... puedo ignorar mis inquietudes, y las tuyas. Puedo sumirme en la más grande de las ignorancias, de hecho. Puedo abstenerme del mundo, y de vez en cuando puede incluso parecer que lo consigo... Pero el viento sigue agitando mi pelo para hacerme sentir viva, el sol haciéndome el amor en solitarios paseos en que la magia surge por doquier... Hay presentes perfectos en los que los árboles me protegen, las flores me susurran sus secretos y las historias brotan en mi lengua.

Imaginar... idear... fantasear... crear un mundo alternativo, paralelo al que escaparse. Puede ser divertido, terrorífico, emocionante e incluso angustiante! El momento es tuyo, tú lo creas, tú decides... Grabarlo en un papel, contárselo a las hojas secas que crujen bajo tus pies, aullárselo a la luna o callártelo... dejarlo morir dentro de ti. ¿Será que enfermo por contener historias? ¿Será que lo hago por dudar? ¿Será por tropezar con una realidad tan distante de esos mundos imaginados?


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