miércoles, 28 de agosto de 2013

La respuesta es el camino

Buscamos incesantemente respuestas, sin formular antes ninguna pregunta. Quizás porque las preguntas son tan osadamente ambiciosas que no tienen cabida entre los signos de interrogación. Y sin embargo, a veces parece asomarse entre incertidumbres y cacaos mentales varios, alguna que otra "iluminación" que bien pudiera llegar a convertirse en una respuesta rebelde.


Miras atrás y te das cuenta de que, efectivamente, el tiempo pasa. Que algunas de las luces que arrojó sobre las sombras tuvo una validez temporal ya caduca. Que cada instante requiere de una nueva revisión, pues cada brisa nos transforma al compás de las propias transformaciones del mundo que nos acoge. Lo que ayer era tabú, hoy es norma. Lo que hoy agota, ayer prendía motores. Pero siempre hay algo perenne que te permite reconocerte a través de los años, asomándose para recordarte tu historia y advertirte de tu destino... un destino mimosamente confeccionado para ti, con lacitos del color que habitualmente utilizas para pintar tu vida.

Y así llegas a hoy, un miércoles por la noche con la maleta hecha rumbo a lo que se supone será tu rutina diaria durante unos pocos meses más, dándote cuenta de que tus raíces están comenzando a fortalecerse en la tierra que abandonas otra vez. Cierras los ojos para hacer aquello que crees que debes hacer, mientras una llama en tu interior arde por desafiar esa norma que cualquiera "en su sano juicio" seguiría. Romper, disgregar, desgarrar, disociar, mutilar, cercenar o quebrantar. Me basta cualquier acción que me lleve a hundir la desgastada suela de mi bota en un sitio en el que marcar el antes y el después de una motivación, las causas y las consecuencias de una decisión.

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