domingo, 10 de junio de 2012

Pon la mano en el fuego

Juguemos a algo nuevo. Dinamitemos hándicaps. Moldeemos voluntades propias y ajenas. Transformemos los "quiero" en "¡debo!". De mi parte corre el inventar un rincón en el que el instinto se libere y facilite el encuentro de nuestro deseo, tejer la fantasía perfecta para que te pierdas en ella, construir un denso muro que nos aisle de la ambigua realidad y recrear un lecho silvestre en el que nuestros cuerpos tengan la oportunidad de dialogar.

Déjate caer, que yo seré tu almohada, y adéntrate sin miedo en mis labios. Tropieza en mi pecho y regálame tu aliento, dibujando en mi piel un travieso camino que desconozca sus lindes. Enciende con tu lengua la fogata de mi vientre, mientras yo de camino pruebo tu ombligo. Dedícame una sonrisa tuya, que te haré desconocer a la mujer que fui hace un segundo.

Obsérvame a través del fuego y atrévete a quemarte. Viaja por mis piernas y descansa allí donde se despierte tu sed. Déjame buscarte entre las llamas y descubrir tus brazos incandescentes. Perdámonos en la lumbre, que el día se ha olvidado de nosotrxs y la noche acudirá discreta en nuestra búsqueda. Déjala venir, que nos bañe la luna con sus mareas, que nos tiña de sal y nos devuelva la oportunidad de poder volver a encontrarnos.

sábado, 9 de junio de 2012

Torciendo la esquina de la soledad

Una canción infantil me roba la última sonrisa, me traslada al último rincón de felicidad que en esta expedición me quedaba por visitar. Camino un par de calles, tuerzo la esquina de la soledad y la penumbra se cierne sobre lo que hasta hacía un momento se extendía frente a mí. Desaparece el mundo, tan perfecto como lo había conocido. Se abre un precipicio en torno a mí y los fuertes vendavales que nacen a mi alrededor le toman un pulso a mi equilibrio para acabar una vez más conmigo. Me caigo...

La presión del viento en el descenso arremolina mi piel abriendo un surco hacia lo más profundo de mis entrañas. Me arranca el alma y me vacía de mi más pura esencia. Me quedo hueca, vacía, desprovista de todo despojo de vida. Y sigo cayendo...

Aterrizo en esa vieja tierra conocida donde todo carece de valor, donde cada paso implica hundirse un poco más en el oxidado fango de la desesperación. Desaparece la luz, desaparece el suave tacto de la brisa, desaparece el olor a primavera y desaparece el aliento que hasta ahora mantenía en funcionamiento mis pulmones. Apasionada la muerte me hace el amor, y convierte mi cuerpo en una cuna de gusanos.

No hay mañana después de hoy, no lo hay. No existe la sonrisa, desdentada se esconde tras algún mustio matorral. No hay botiquín, ni cirujía... ni conjuro, ni hechizo que insufle vida a mi corazón necrosado. Arrebujada en los brazos de la desidia pierdo de vista el paraíso y me someto al látigo de la esperanza, que me castiga obstinada antes de partir hacia tierras lejanas... allí donde el aire circule libre del vicio de tu ausencia.

sábado, 2 de junio de 2012

Marchando una de chipironxs!!

A lxs chipironxs!!!...

A la vida le encanta jugar a los dados, y esta vez nos ha tocado a nosotrxs ser sus agradecidas víctimas. En un caldero mágico se vertieron los ingredientes más diversos, más extraños, más poderosos... y el resultado fue un brebaje que no consigue apagar mi sed. Dulce y ácido, salado y amargo, desciende por mi garganta regalándome momentos de embriaguez extrema, agradable locura, encantadora ternura y pasión desmedida.

Pero todo conjuro tiene un efecto limitado en el tiempo, y el de éste comienza a desaparecer para dar lugar a una nueva forma de expresión, desconocida hasta el momento, pero atractiva de cualquiera de las maneras. Así, el brebaje comienza a mutar su sabor, a abandonar el cuerpo poco a poco, a volatilizarse a medida que atraviesa cada uno de los poros de la piel en su inexorable éxodo...

Hoy es la nostalgia el primer síntoma de la abstinencia, mañana ¿qué será? Cientos de fantasmas flotan por la habitación arrancándome sonrisas, mostrándome lecciones a lo largo de este pequeño periodo de tiempo aprendidas, acariciando mi cuerpo y meciéndome en un cálido abrazo que sin duda les devolveré. 

Quizás tú, o tú, o tú estés pasando por lo mismo, aunque no sé si tu pinta de brebaje contenía la misma proporción de ingredientes que la mía. La magia tiene infinitas formas de manifestarse, y desconozco si sobre ti ha surtido el mismo efecto que sobre mí. De una cosa no me cabe duda, y es de que "habelas, hailas", e hicieron un gran trabajo mezclándonos en el mismo caldero. Sin pensármelo dos veces me volvería a zambullir en él, esperando en su interior tropezarme de nuevo contigo.

¿Y a lo que viene ahora? ¡No le temas! Si te sientes tensx, ¡tengo el mejor de los remedios!: "cremita cocodrilo le voy a dar". Si es hambre lo que padeces, don´t worry porque "yooo teeengooo ¡un tallarín!", y también "tengo una sandía gorda, gorda, gorda" que en este tiempo de tanto calorcito apetece mogollón. Ante la tristeza, "baila el chipi-chipi, baila el chipi-chipi". ¿Hartx de la monotonía?, pues recuerda que "viajar en tren es lo mejor". Si ya es hora de dormir, podrás hacerlo porque tienes en tu poder una efectiva fórmula: "silencio, silencio, si yo fuera silencio". Y si te sientes solx... no lo dudes, estás invitadísimx a "mi pozo, ¡ole mi pozo!".

Amaneciendo contigo

¡Buenos días, sábado! El día amanece con ese romanticismo propio del fin de semana, con miles de sonidos que son regalos para los oídos: los pajarillos de los días de sol, la cucharilla agitando loca la leche en la taza de la vecina, el agua correr en la ducha del tío de arriba, la melodía desafinada de una alegre viejecilla... ¿y yo? Yo tumbada en la cama imaginándote a mi lado.

Los rayos de sol que se filtran por los agujerillos de la persiana descansan sobre mi piel justo ahí donde deberías estar tú. Retiro la sábana para que puedas abarcar más centímetros de mi cuerpo. Me doy vueltas para que también la espalda sea tuya. Cierro los ojos y siento tu aliento en mi nuca. Sellas con tus labios las heridas que hasta ahora permanecían abiertas en mis brazos. Me envuelves con tu deseo transformándome en tu perdición.

Anegada ya en tu mirada, desgarro el peligro a mordiscos mientras siento correr su sangre por mi cuello. El tiempo ya no existe, y la puerta está cerrada... ¿Tenías algo importante que hacer? Lo dudo. Este momento es lo único que existe, y mi lengua está dispuesta a hacértelo entender.