domingo, 3 de abril de 2011

Indómitxs hijxs de la tierra

Yo no escogí esto. No escogí venir al mundo en medio del invierno, ni tampoco hacerlo en una familia de aparente normalidad. No escogí tener buenas notas, ni tampoco verme rodeada de amigxs. Yo no pedí nada de eso, pero iba apareciendo en mi camino y yo me alimenté de ello.

No escogí ser así: despistada, desapegada, bipolar, sensible y supongo que normal. Tampoco querría ser de otra manera... no sabría cómo hacerlo. No escogí amar, ni tampoco escogí odiar. Simplemente se me presentaron las ocasiones perfectas para poder aprender a hacerlo. No escogí reír, ni tampoco llorar. No escogí ser inmensamente feliz, ni tampoco probar el dolorido sabor de mis lágrimas. No escogí morir siendo una niña, despidiéndome de la vida que se había puesto en mis manos. No...

Los fantasmas que ayer invadían mi habitación, siguen presentes, pero ahora soy más fuerte. Sigo viendo la monstruosidad a mi alrededor, pero por fin puedo ver la belleza. Cargo con las cicatrices de antaño, que poco a poco va borrando el sol. Pero la vida siempre te regala nuevas cicatrices, nuevos aprendizajes con "pupa". Y es que no escogí esto. No escogí prostituir mi tiempo, alimentar este sistema, esclavizarme al tictac, respirar tubo de escape, formar parte de una masa inerte de personas que como zombies se arrastran por las calles madrileñas...

Pero te escogí a ti, y me alegro de haberlo hecho. Escogí cada uno de los segundos que pasé contigo, y cada uno de los segundos que me quedan por suspirar a tu lado. Escogí terminar cada día con un beso tuyo, y empezarlo con un "te quiero". Escogí nutrirme de tu sonrisa y apaciguarme en tus abrazos. Escogí alentar la pasión y acariciar la ternura. Escogí amarte, sin inventar justificaciones estúpidas para no hacerlo. ¡Me atreví a soñar y a compartir mi sueño contigo! Ahora solo queda dejarse atrapar por él, vivirlo desbocadamente.

Vivir al margen de los imperativos del engranaje. Erradicar los relojes del globo, pues solo el sol y la luna han de ser tenidos en cuenta. Ignorar fronteras, precios y demás invenciones de un mundo al que no pertenecemos. Oler la fragancia de la pegajosa salvia. Comer directamente de la tierra, olvidando la existencia de los intermediarios. Bailar desnudxs sin la atenta presencia de vecinas cotillas cuyo entretenimiento preferido es la vida ajena. Crear cada momento asumiendo solo las responsabilidades que realmente valgan la pena.

Libres... indómitxs hijxs de la tierra.